2014
"Narcoempresas", en el radar de Estados Unidos
     

LOS ÁNGELES, EU.- "¿Ya vio las camisetas? Están bien baratas: son tres por sólo 10 dólares". El joven chaparrito y corpulento rompe el hielo. Su acento ranchero, acelerado, es reconocible. Probablemente sea de México, aunque en el centro Los Ángeles esto no es ninguna sorpresa. 

En una mano, el sujeto, quien no aparenta tener más de 15 años, sostiene una camiseta negra; en la otra, una blanca. Ambas, fabricadas con algodón importado de China. "¿Qué le parecen estas camisetas, oiga?", ríe. 

La camiseta de la izquierda tiene un zurcido en el pecho con la leyenda: "Puro México Cabrones", y los rostros en color sepia de Pancho Villa -el héroe mexicano revolucionario- y el narcotraficante Joaquín "El Chapo" Guzmán. 

La otra es una imitación del cartel promocional de la película "Scarface", donde un "Chapo" Guzmán robusto sustituye a Al Pacino. El delincuente aparece vestido de blanco, con una pistola empuñada a la altura del muslo. 

La influencia del cártel de Sinaloa es obvia en "Los Callejones", un megatianguis especializado en la venta de ropa al mayoreo, ubicado en esta ciudad californiana. 

Localizadas en el "Fashion District", cerca del centro de la ciudad, las pequeñas bodegas de metal se alinean a los costados de calles estrechas; un laberinto que se extiende a lo largo de casi 100 cuadras y donde se puede encontrar prácticamente todo: las mejores imitaciones de bolsas de diseñador, en 20 dólares, faldas, pantalones, vestidos, blusas, mallones, así como decenas y decenas de puestos de lencería. 

Hace unas semanas, el FBI y la DEA montaron un mega operativo en la zona, que evidenció la presencia del cártel de Sinaloa en las prendas que se venden en los mostradores, pues ambas agencias estadounidenses desarticularon una red de comerciantes que abastecía a una presunta "narcoempresa", ubicada en Culiacán, Sinaloa. 

Documentos de la Corte Central de California detallan el método del cártel para "lavar" el dinero de la venta de cocaína, que distribuyen sus socios en Estados Unidos. 

Cómo funciona: el dinero de la venta no podía entrar a México en efectivo, o través de transferencias bancarias, pues podría ser rastreada su procedencia, así que QT Fashion, una empresa de ropa, se encargaba de hacer el trabajo. 

Un par de asiáticos, llamados Jong Hack Park y Sang Jun Park, recibieron durante dos años a narcotraficantes sinaloenses, quienes les llevaban los sacos de dinero de la venta de droga en el estado de California. 

Según la acusación 2:14-cr-00372-FMO, parte del dinero era canjeado por ropa que se vendía en QT Fashion y era enviada a una empresa denominada "María Ferre, SA de CV" en Culiacán, donde se reinvertía el dinero. Un hombre llamado José Luis Arreola se encargaba de reetiquetar la ropa; es decir, quitar la etiqueta china por una de Estados Unidos. 

También se utilizó un "peso broker", un intermediario que se encargaba de cambiar los dólares a pesos, para después entregar el dinero a los narcotraficantes mexicanos.
 
El gobierno de Estados Unidos señala como propietario de María Ferre, una cadena de tiendas de ropa de mujer, a Luis Ignacio Muñoz Orozco, ex dirigente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en Culiacán y ex funcionario de la Secretaría de Desarrollo Social durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, cuando al frente de esa dependencia se encontraba Josefina Vázquez Mota. 
LAS "NARCOEMPRESAS" 

El 3 de diciembre de 1999, el gobierno de Estados Unidos puso en vigor un programa denominado "Ley de designación de cabecillas de narcotraficantes", a través del cual el Departamento del Tesoro de ese país bloquearía las propiedades de ciudadanos extranjeros que presuntamente contribuyeron con bienes y servicios en apoyo a actividades del narcotráfico. No recibirían visados y ninguna empresa estadounidense podría hacer negocios con ellas. 

En este contexto, EL UNIVERSAL hizo una revisión de los reportes del Tesoro de Estados Unidos, a partir de 2000 (es decir, de los últimos 15 años) sobre las supuestas "narcoempresas" extranjeras. Hasta el 21 de octubre de este año, las autoridades estadounidenses habían colocado en su "narcolista" a 218 empresas mexicanas, las cuales presuntamente han estado al servicio de los cárteles mexicanos. 

Las empresas del cártel de Tijuana fueron las primeras en aparecer en la lista. Se descubrió que la familia Arellano Félix lavaba dinero en negocios que no levantaban ningún tipo de sospechas: las famosas farmacias Vida, con varias sucursales en estados norteños como Baja California y Sonora. 

Otro de los giros comerciales favoritos de los Arellano fueron las casas de cambio, los salones para fiestas infantiles, 15 años y bodas, así como las compañías inmobiliarias. Las razones sociales revelan que también preferían los complejos turísticos a la orilla del mar: Inmobiliaria Tijuana Costa, SA de CV y Playa Mar, SA de CV, son sólo dos ejemplos. 

NEGOCIOS EN OBSERVACIÓN 

Un año después entraría a la lista el cártel de Sinaloa. A lo largo de una década y media se ha convertido en la organización delictiva con más empresas y socios fichados por Estados Unidos. El mismo patrón: estancias infantiles, arte y diseño; restaurantes de mariscos y antojitos mexicanos en Sinaloa, Sonora y Baja California, principalmente. 
Otras organizaciones delictivas que, según el departamento del Tesoro de Estados Unidos, han "lavado" dinero a través de "narconegocios" son el Cártel de Guadalajara; Los Beltrán Leyva; el de Colima; los Arriola Márquez; el de los Hermanos Figueroa y "La Familia Michoacana". 

Uno de las organizaciones criminales que recientemente fueron incluidas en la lista son "Los Zetas". Uno de los casos más sonados fue el de la compañía ganadera Cinco Manantiales, pues las autoridades estadounidenses pusieron al descubierto que el suegro de Omar Treviño, "El Z-42" ex líder de "Los Zetas", "lavaba" dinero por medio de la compra y crianza de caballos. 

Además, la primera inclusión a la lista este año, fue la de Juanita del Carmen Ríos, esposa de Miguel Ángel Treviño, "El Z-40", también ex líder de esa organización delictiva. Ríos es señalada como propietaria de la Distribuidora e importadora de productos médicos del norte, SA de CV; esta empresa "lavaba" dinero para el cártel desde Monterrey. 

Durante los últimos meses, el gobierno de Estados Unidos ha continuado fichando a diversas empresas mexicanas: apenas en septiembre incluyó a Bona Habitat, SA de CV, una desarrolladora con sede en Guadalajara. 

Cuatro meses antes, en mayo pasado, a las comercializadoras de pescado Comercializadora y Frigoríficos de La Perla del Pacífico, SA de CV; Producción Pesquera Doña Mariela, SA de CV y al restaurante Taipen, SA de CV, todas estas compañías ligadas al cártel de Sinaloa. 

El registro del Tesoro de Estados Unidos no detalla cuáles y cuántas empresas todavía operan y cuáles no, sólo da a conocer las razones sociales de éstas. 

MEXICANOS, LOS PRIMEROS 

Los narcotraficantes mexicanos fueron los primeros en aparecer en la lista del Tesoro de Estados Unidos. El 1 de junio del año 2000 fueron incluidos Rafael Caro Quintero (Sinaloa); los hermanos Amezcua Contreras (Colima); Vicente Carrillo Fuentes (Juárez) y Benjamín y Ramón Arellano Félix (Tijuana). 

Hasta octubre pasado, al menos 361 mexicanos forman parte de la lista. Primos, hermanos, padres, amigos, novias. Por ejemplo, Ismael "El Mayo" Zambada y sus hijos aparecen en el listado de la oficina de control de activos. 

Una de las "lavadoras" de dinero más emblemáticas en "la lista negra" de las redes financieras del narcotráfico es Blanca Cazares Salazar, señalada desde el año 2007 como una de las principales operadoras del cártel de Sinaloa. La Emperatriz, como es conocida por las autoridades, lo hizo a través de empresas de cosméticos y ropa femenina. 

Mark Kleiman, catedrático de la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad de California, en Los Ángeles, da a conocer que la clave de esta política pública estadounidense de combate al "lavado" de dinero ha radicado no sólo en congelar los bienes monetarios, sino que convierte en delincuente a cualquier persona que haga negocios con personas vinculadas al narcotráfico. 

"Resulta sumamente inconveniente para los grupos que son afectados y puede disuadir a las personas que trabajan con estas organizaciones en territorio estadounidense", sin embargo, advierte, es casi imposible saber cuáles son las pérdidas que resultan de la implementación de estas políticas para los criminales transnacionales o cuánto dinero han lavado a lo largo de los últimos 14 años.