Un cereal de Kelloggs o un jugo de Jumex o unos chiles de La Costeña podrían verse muy apetitosos pero, ¿y si la avena, el durazno o los cuaresmeños son regados con plaguicidas e insecticidas, o son adquiridos a pequeños productores que no cumplen con normas mínimas? Y todavía más allá: ese maíz o la caña de azúcar que usan Coca, Pepsi o Gruma podrían oler muy rico pero...

2015
Gigantes como Jumex, Gruma, Hérdez o Kelloggs se niegan a decir qué le dan a mexicanos
     

Alejandro Páez Varela / Golfo de California, 14 de agosto (SinEmbargo).

La cocina de Babu Pillai, un indio bonachón y aparentemente tímido, depende literalmente del comercio internacional. 

A las 12 del día sirve su primera comida fuerte y es una combinación de sabores, como no es difícil imaginar: hay arroz con coco rallado y nuez de la India; hay un curri de berenjena y también frijoles negros refritos, brochetas de pollo, espagueti rojo con verduras sancochadas y unas tortitas de soya con cebolla frita y toque de jengibre que dan pena morderlas, de tan buenas.

Babu coloca chiles en un plato hondo para los que lo comen, que no sólo son los mexicanos. Tim Tipsuda Atichakaro, por ejemplo, se sienta en una de las largas mesas comunes con su tarro de chile seco y molido en aceite y le pone a todo. Hasta a las ensaladas. La chica es tailandesa; trabaja en las máquinas y anda todo el día con un overol verde y enfundadas sus herramientas a la cadera, como pistolas de vaquero.

El cocinero del barco Esperanza de Greenpeace va variando sus postres. Hace pan de plátano y limón, o coloca frutas o un arroz dulce con leche que, con sus variables, es como la gelatina porque puede disfrutarse de Japón a España y todos piensan que es receta original de la abuela de su abuela.

La embarcación, que anda por el mundo en distintas campañas de la organización internacional, va recolectando productos de todos los puertos para alimentar a los marineros y a los activistas. Se compran alimentos frescos, muchos, en los mercados. Se hace un gran súper que resista semanas y semanas en mar abierto.

Pero un día, sólo por la salud de la tripulación, Babu podría dejar fuera de su cocina los alimentos que provienen de México. O de otras partes del mundo pero, por lo visto en estos días, claramente de México. En primer lugar, por la transparencia: casi la totalidad de las grandes empresas que alimentan a los mexicanos se niegan a mostrar la información sobre sus procesos de producción. Y se niegan porque, se sospecha, esconden un cochinero.

Su rechazo a la transparencia es tal que no es posible decir, a ciencia cierta, qué es lo que dan a los mexicanos; qué ponen en nuestra mesa Bachoco, Gruma, Hérdez, La Costeña, Kelloggs, Pepsi, Coca Cola, La Moderna, Jumex o Bimbo.

Un cereal de Kelloggs o un jugo de Jumex o unos chiles de La Costeña podrían verse muy apetitosos pero, ¿y si la avena, el durazno o los cuaresmeños son regados con plaguicidas e insecticidas, o son adquiridos a pequeños productores que no cumplen con normas mínimas? Y todavía más allá: ese maíz o la caña de azúcar que usan Coca, Pepsi o Gruma podrían oler muy rico pero, ¿y si, a escondidas del público, están contaminando los campos y los campos escurren tóxicos a los mares, desde donde sacamos otra parte de nuestros alimentos?

Los científicos que navegan en el Esperanza, en estos momentos, buscan huellas precisamente de eso. Y no es cosa de andarse por las ramas ni buscarle tres ojos al pescado: lo que encuentren, cualquier cosa que sea, afecta a ellos tanto como al resto de los mexicanos. Y afectará, también, la cocina de Babu y el plato de Tim.

David Alberto Rivas Camargo, un oceanógrafo físico que trabaja para el Centro de Investigación Científica de Estudios Superiores de Ensenada (CICESE), da una idea de la importancia del trabajo que se está haciendo en estos momentos en el Golfo de California a partir de la iniciativa de Greenpeace. Busca ser prudente sobre los resultados y deja ver que, salga lo que salga, encuéntrese lo que se encuentre, esto deberá detonar en una investigación mayor.

"Estamos, efectivamente, en el "acuario del mundo"", dice. Recuerda que fue el explorador e investigador Jacques-Yves Cousteau, de origen francés, quien lo bautizó así. ?En el Mar de Cortés hay una variedad de corrientes que lo hacen un enorme laboratorio natural. Entran ondas de corrientes asociadas del sur y vientos que llamamos "urgencias" cerca de la costa. Aquí, el agua con nutrientes que se lanza a la superficie genera condiciones básicamente para la vida. Es la vida.

David lo explica como un gran caldo de vida, donde microorganismos alimentan organismos más grandes (plancton y fitoplancton) y permiten, además, las grandes pescaderías. Las condiciones de este golfo que pertenece a los mexicanos son tan especiales que esta muestra debe impulsar un proyecto mayor en el corto plazo. "Esto abre una puerta para escribir una propuesta más dirigida", dice.

El trabajo que el equipo se investigadores realiza podría resumirse en esto: los grandes corporativos están sembrando los campos de químicos y esos químicos podrían ser arrastrados por corrientes pluviales al mar. Y si ese mar es el de Cortés, pues hay que imaginar el tamaño de la irresponsabilidad.

Una irresponsabilidad que no parece preocupar a autoridades, que más bien parecen servir ingredientes, todos los días, a ese otro caldo tan conocido por todos los mexicanos: el enorme y hediondo caldo de la impunidad.

La importancia de los grandes corporativos en la mesa de los mexicanos es brutal. Bimbo, por ejemplo, tiene una penetración en el 99.3 por ciento de los hogares en México y forma parte de las 10 empresas de industrialización de alimentos más grandes del mundo, con ventas de 11 mil millones de dólares. Hérdez, por su parte, está en más del 50 por ciento de los hogares y se encuentra entre las 10 marcas de alimentos en México. Y juntas, Bimbo, Gruma, Bachoco, Hérdez y La Costeña, están dentro del top 10 de las empresas de alimentos más relevantes del país, de acuerdo con datos actualizados de Greenpeace.

Recientemente, la organización les solicitó transparentar sus procesos productivos para mostrar, de cara al consumidor, qué ponen en la mesa del mexicano. Básicamente les pidió abrir sus alacenas y decir cómo le hacen para llenarlas.

El resultado de las solicitudes son decepcionantes. Si usted acostumbra -como millones lo hacen- los productos de estas empresas, debe saber que podrían provenir de campos envenenados, así de sencillo, porque cualquier cosa puede pensarse de alguien que esconde su información. Vea la tabla:

Bachoco: No proporcionó información alguna.

Gruma: No proporcionó información alguna.

Hérdez: No proporcionó información alguna.

La Costeña: No proporcionó información alguna.

Kelloggs: No proporcionó información alguna.

Pepsico: No proporcionó información alguna.

Coca-Cola: No proporcionó información alguna.

La Moderna: No proporcionó información alguna.

Jumex: No proporcionó información alguna.

Verde Valle informó que, respecto al uso de fertilizantes y agroquímicos, "tiene prohibido el uso del Bromuro de Metilo por sus efectos nocivos sobre la capa de ozono. Están siendo asesorados por investigadores de la Universidad de Guadalajara para hacer más eficiente el manejo de los fumigantes en sus bodegas y han contactado a una empresa que busca patentar un proceso para erradicar algunas plagas sin el uso de fumigantes. Aseguraron hacer una cuidadosa selección de las mejores cosechas, principalmente de México (frijoles) o del mundo (en el caso del arroz grano largo) y que cumplan con sus normas de inocuidad y calidad", dice el reporte de Greenpeace.

La Huerta reportó que una parte del maíz que procesan viene de Estados Unidos y el resto de México (Aguascalientes, Guanajuato y Zacatecas). "Los agroquímicos que utilizan en los cultivos cumplen con las regulaciones aplicables en México por la Cofepris y por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) a través del Code of Federal Regulations (CFR)", dijo.

Grupo La Rosa, la de los mazapanes, le compra el maíz a Almidones Mexicanos (ALMEX). No cuentan con la información sobre el uso de agroquímicos.

Bimbo dijo estar bajo el programa GAP (Good Agricultural Practices) a nivel global para implementar buenas prácticas con los proveedores del campo. "Grupo Bimbo utiliza fruta diversa: nuez, uva pasa, estevia, azúcar, harina de maíz, papa, ajonjolí, trigo, harina de trigo, pepitas de calabaza, y cacahuate, entre otros. Asimismo, utiliza productos que considera relacionados al campo, tales como leche de cabra, leche de vaca y huevos. Estos insumos provienen, de Sinaloa , Chihuahua, Jalisco, Coahuila, Colima, Michoacán, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco, Veracruz y Zacatecas, entre otros", reportó Greenpeace.

"El 100 por ciento de la harina de maíz que utilizan proviene del campo mexicano y han solicitado a sus proveedores que detallen las regiones de origen. No cuentan con la información sobre los tipos y cantidad de plaguicidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos se emplean en los cultivos de los que provienen sus ingredientes".

Nestlé presentó su "programa de Abastecimiento Responsable que arrancaría en 2016, el cual se concentra en 12 ingredientes/alimentos clave para la empresa. Este programa incluirá al maíz, aunque este grano no está entre los 12 destacados. Informó que el maíz que utilizan para sus productos proviene 77 por ciento de Estados Unidos y solo el 7 por ciento es de origen mexicano obtenido a través de ALMEX y Bunge".

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En el barco ha llegado la hora de celebrar. Los investigadores senior (Ernesto García, David Rivas y Aramís Olivos) y los más jóvenes (Anahí Bermúdez, Yaireb Sánchez, Zyanya Mora y Carlos Zenteno), junto con Erick Olivera, de logística de Greenpeace, terminaron días y días de guardias, con sol o de noche, y tienen 79 grupos de muestras que implican, cada uno, detener el Esperanza y bajar los instrumentos a las profundidades del mar.

Abren una botella de Casa Madero y, ceremoniosos, se felicitan por lo alcanzado.

Una de las chicas dice, en broma, que se esconderá en la nave antes de llegar a Mazatlán, el último destino, porque quiere seguir la ruta del Esperanza. David "Dave" Roberts, veterano en Greenpeace, le responde también en tono de broma: "Sí, está bien. Pero ahora necesitamos los resultados".

Porque, en efecto, la labor no ha terminado. Deberán someter las muestras a los laboratorios para aterrizar lo que la hipótesis dice: que el baño de químicos de los grandes corporativos en los cultivos de Sonora y Sinaloa podrían estar afectando el gran acuario del mundo, nuestro acuario.

Los investigadores celebran por el fin de esta primera tarea pero, si la hipótesis es cierta, podrían cambiar su fiesta, muy pronto, en preocupación.



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