El "Maloro" es un conocido y reconocido cristiano, su fe Cristiana jamas le había afectado en su carrera política, pero ahora la influencia del pastor Jiménez acapara curiosas miradas y comentarios mordaces

2016
La influencia del pastor Jiménez en el Ayuntamiento de Hermosillo
     

José Luis Parra 

Aunque la Iglesia tiene legalmente prohibido intervenir en los asuntos públicos, en el gobierno municipal de Hermosillo esa separación no aplica en términos políticos y religiosos. Y es que el pastor Rafael Jiménez, al ser guía espiritual del alcalde Manuel Ignacio "El Maloro" Acosta, goza de una respetable influencia en el Ayuntamiento local. 

Este binomio ha funcionado en la operación electoral en terrenos de la mundana y atea política. Y en terrenos religiosos también. El alcalde Acosta y su esposa, Martha Antúnez, forman parte de la Iglesia Cristiana del pastor Jiménez. 

La delgada línea que marca autonomía e influencia en ambos campos, podría confundirse y fácilmente inclinarse hacia uno y otro lado. 

"El Maloro" es un conocido y reconocido cristiano. Su fe cristiana jamás le ha afectado en su vida política. Pero ahora la influencia del pastor Jiménez acapara curiosas miradas y comentarios mordaces.

La relación entre estos personajes no es nueva. En el primer intento por ganar la presidencia municipal de Hermosillo, en 2012, "El Maloro" tuvo en su lista de promotores financieros al pastor Jiménez, quien también participó en la organización de la estructura territorial con células familiares. 

Entonces, "El Maloro" estuvo dedicado en cuerpo, alma y dinero en reorganizar su diezmada estructura que lo llevó a los primeros planos en la política estatal. Esta red de activistas la empezó a formar desde sus tiempos juveniles al servicio de Roberto Madrazo y Manlio Fabio Beltrones, pero la descuidó al llegar a la diputación federal. 

Uno de sus principales organizadores en la fundamental tarea de reconstrucción de la estructura malorista fue el pastor Rafael Jiménez, mediante la formación de células familiares o de amigos, en un trabajo hormiga en la que ganaban adeptos de dos o tres por reunión. Este tipo de trabajo es el clásico desarrollado por el PRI a través de sus hoy inoperantes seccionales. 

En el segundo intento, el bueno, la campaña de "El Maloro" descansó también en la estructura cristiana. 

Político y pastor resultaron ganadores. Y su triunfo lo llevaron a sus respectivas trincheras. 
De una campaña a otra perfeccionaron una interesante fuerza electoral bendecida por la fe cristiana. 

El trabajo electoral de los pastores no es exclusivo del Maloro y el pastor Jiménez. 

Cuando el hoy alcalde perdió en su primer intento por alcanzar la alcaldía capitalina, su rival panista, Alejandro López Caballero, también utilizó en su organización a grupos religiosos. Uno de sus promotores de cabecera fue el pastor Jonathan Meza, de la congregación Redimidos, así como el de Amistad Cristiana, de Carlos Elizalde. 

Finalmente las células religiosas llevaron al triunfo electoral a López Caballero. 

Pero hay otro antecedente interesante: Cuando Pancho Búrquez y Javier Gándara se enfrentaron por la presidencia municipal de Hermosillo, se disputaron ferozmente el favor de los grupos católicos. Y en una jugada astuta el panista le ganó al entonces priísta al jalar para su causa al pastor cristiano Carlos Elizalde. 

Los pastores cristianos, desde entonces, fueron los nuevos actores de la política local. 

Algo deben de traer en la bola para ser contratados por las dos principales fuerzas partidistas. 

Y sus servicios no deben de ser baratos.