Cuando uno cree que ya perdió la capacidad de asombro surge una nota periodística que conmueve dicha convicción y demuestra que siempre es posible superar la marca. Como el culto e informado lector sabrá, recientemente tuvo lugar la aparición estelar del director general del ISSSTESON en el seno del Congreso del Estado donde presentó el estado que guarda el Instituto a su cargo y reiteró los males y perjuicios que, como mantra religioso repite obsesivamente.

2018
NOTAS SUELTAS. EL ISSSTESON DA LA NOTA
     

Darío Arredondo

“Es una intrigante paradoja que el capitalismo fuera salvado gracias a transformaciones que se identificaron con el socialismo” (Toni Judt).

Cuando uno cree que ya perdió la capacidad de asombro surge una nota periodística que conmueve dicha convicción y demuestra que siempre es posible superar la marca. Como el culto e informado lector sabrá, recientemente tuvo lugar la aparición estelar del director general del ISSSTESON en el seno del Congreso del Estado donde presentó el estado que guarda el Instituto a su cargo y reiteró los males y perjuicios que, como mantra religioso repite obsesivamente. Lo bastante no en suficiente y la saciedad parece ser rebasada por los esfuerzos justificantes de visiones miopes, simplistas, autocomplacientes y definitivamente chatas sobre el problema político y social de la seguridad social, encubiertos por la lagañosa perspectiva de un cuentachiles profesional que minimiza y parcializa responsabilidades al meterlas en el saco de los ejercicios aritméticos que concluyen con el señalamiento de culpables: el sindicato del ISSSTESON y la Universidad de Sonora los culpables de la crisis y, casi por no dejar, la administración estatal anterior.

Asombra, sorprende y maravilla la capacidad del señor director Contreras para reducir a su mínima expresión el hecho, la realidad de un manejo discrecional de las finanzas del Instituto, la red de complicidades tejida entre la directiva, el gobierno en turno y la especie maldita del sindicalismo blanco que sabe cantar bien las rancheras en el órgano de dirección y en los foros y escenarios políticos donde debe solamente tronar el chicharrón del Ejecutivo y donde pasan sin ver los integrantes del Legislativo y el Judicial en la órbita oscura del prianismo organizado. Con voz lechosa invita a los diputados a construir soluciones juntos, a cambio de la gratitud de los sonorenses presentes y futuros, en un contexto donde campea la impunidad que esperan los perpetradores del desfondo y el olvido de los responsables de cuidar el dinero de los trabajadores. En ningún momento reconoce el derecho que asiste a los trabajadores defraudados, a los sindicalistas que han logrado mejores prestaciones, a los organismos que pagan lo que deben pagar de acuerdo a sus contratos o convenios con ISSSTESON, a los exempleados que reclaman sus ahorros, al imperio de la ley suprema que prohíbe la aplicación retroactiva de las normas jurídicas, a la realidad de una política de privatización de las instituciones mediante el truco de la insolvencia, el quebranto económico irreversible, la agonía por falta de financiamiento, la negligencia en su rescate y, para terminar, la necesidad forzada de privatizar los servicios y ceder sus responsabilidades a los factores económicos de la coyuntura empresarial. ¿Menos Estado y más Mercado? Lo cierto es que el Instituto es uno más en la mira del neoliberalismo de guarache, de la compulsión de saquear los recursos públicos y quemarlos en el altar de las ganancias privadas por subrogación o concesión.

¿Usted se puede explicar cómo es que el Instituto esté al borde de la quiebra si a los trabajadores derechohabientes se les ha seguido descontando su cuota cada quincena, y los organismos afiliados la han entregado junto con sus aportaciones a la Secretaría de Hacienda para que sea remitida al Instituto? El director Contreras declaró que en la pasada administración no se entregaron al Instituto más de dos mil millones de pesos, reconociendo que el daño patrimonial rebasa los seis mil millones de pesos. ¿No le suena como una tranza armada con premeditación, alevosía y ventaja que, hasta el momento, ha sido arropada por la impunidad y la fabricación de distractores? ¿No se esperaría que el director ejerciera una cierta capacidad de autocrítica? ¿La política local se inclina hacia el ataque y descalificación de los trabajadores y sus organizaciones? ¿La desinformación, el hostigamiento y la amenaza contra los organismos afiliados son como la tierra que mueve el gato para ocultar su mierda? ¿Deben sentirse obligados los organismos afiliados a aceptar nuevos convenios cada vez que el Instituto sufra daño patrimonial y haya desvío de fondos? ¿Las facturas sólo deberá pagarlas la clase trabajadora?

No estaría mal que los recién estrenados miembros del Poder Legislativo sonorense recordaran el truculento caso del ISSSTECALI, donde el gobierno declaró la quiebra, siendo que los descuentos a los trabajadores se realizaron oportunamente, las aportaciones de los organismos afiliados se hicieron pero jamás llegaron a las arcas del Instituto, en un cuento donde los trabajadores han tenido que tomar oficinas, realizar marchas, hacer plantones y visibilizar nacionalmente el problema ocasionado por la rapiña del gobierno y desmentir la culpabilidad de los derechohabientes.

En nuestro caso y contexto, ni los sindicatos tienen la culpa ni los organismos afiliados la responsabilidad de la quiebra, quebranto, desfondo y clara negligencia de las autoridades “competentes”. Debemos insistir en que en Sonora se ha instaurado una política de ilegalidad, de complicidades, de corrupción y ataque a los trabajadores y sus familias. Nos queda claro que el ISSSTESON no está quebrado sino saqueado por el propio gobierno, y que tiene la responsabilidad legal y social de restituir lo robado, refinanciar al Instituto y enjuiciar a los culpables, así como respetar y cumplir los contratos y convenios vigentes y velar, en todo momento, por los intereses de los trabajadores afiliados.

Por fortuna el sindicalismo sonorense está despertando de su modorra, da signos de una toma de conciencia que apunta hacia la verdadera transformación que la seguridad social requiere, como un mecanismo redistributivo del ingreso social y bajo un esquema de reparto solidario. Esperemos que los diputados, como representantes del pueblo actúen en consecuencia.