2019
Diputados SA de CV
     

Bisturí.

¿Para qué sirve un diputado?

Para cobrar su dieta, sumar experiencia en la negociación política, hacer grilla, mucha grilla y, claro, para defender los intereses partidistas y suyos propios. Su misión: Prepararse para la siguiente liana, como buen Tarzán.

Esta radiografía se puede aplicar en cualquier estado del país. De frontera a frontera, de costa a costa, el legislador siempre actuará igual.

Claro, los hay inteligentes y brutos.

Pero casi nunca desempeñan su principal rol de representantes populares.

Menos para ser gestores sociales.

El congresista aludido, obviamente, esgrime en su defensa: Estoy aquí para legislar. Hacer leyes es mi responsabilidad.

La realidad es que el diputado casi nunca redacta leyes. Si acaso reciben leyes enviadas  por los Ejecutivos y cuando se animan a parchar algún artículo se fusilan la idea de congresos de otros estados.

Así pasa la vida de un diputado.

En el Congreso de Sonora hay un diputado de nombre Norberto Ortega Torres, agrónomo de profesión. Ignoro si es descendiente de uno de los diputados que sí se atrevieron a servir al pueblo, Norberto Ortega Hinojosa, líder cetemista, auténtico representante popular y defensor del pueblo.

Norberto Ortega, el auténtico representante popular, salió de los barrios de Hermosillo. Lo ubico entre la parte baja de La Matanza y la Hacienda de la Flor, dos colonias del viejo Hermosillo. En 1975 lo eligieron como dirigente de la CTM hermosillense. Y entre 1982 y 1985 se desempeñó como diputado local.

En 1984 fue actor principal de un hecho histórico: “Asaltó” al chofer de un carro repartidor de leche y repartió el producto entre la gente necesitada que no tenía acceso al lácteo. En esa época la venta de leche en las tiendas de abarrotes (en ese tiempo eran contados los supermercados) estaba condicionada a la compra de otros artículos.

Bueno, se preguntaría usted, caro lector, ¿cómo que un diputado fue asaltante?

En un principio la población pensó que así fue. Y como era político la justicia cerró los ojos.

Hace ya algunos años, en charla con Javier Villarreal Gámez, recordamos esa historia llena de romanticismo y sabor periodístico. Mira, recordó Javier, yo viví ese famoso episodio, pues era ayudante de Norberto. Y no, no asaltó al conductor del carro repartidor de leche. Pagó todo el producto con un cheque y luego repartió el producto entre la gente, su pueblo.

Javier Villarreal, que en ese tiempo era un imberbe estudiante de leyes, acababa de llegar procedente de Ciudad Obregón. Imaginamos que se lo recomendaron a Norberto Ortega. En 1985, al año siguiente del “asalto”, Javier fue regidor en el Ayuntamiento de Hermosillo. Luego fue diputado local, mínimo en dos ocasiones, y posteriormente se convirtió en dirigente estatal de la CTM. Seguidor de la línea dura en el sindicalismo, golpeador, dicen unos, fue el más aventajado de los cinco lobitos de Pancho Bojórquez. Con astucia se le metió a Pancho y demostró que la fama de golpeador no era de mentiritas. Se impuso en la pelea y ahora ya se puede considerar líder vitalicio de la CTM Sonora.

Con esta historia a cualquier diputado local le daría vergüenza profesional.

Sobre todo al actual Norberto Ortega, que defiende a apicultores y gente del campo. Con obreros, nada, que se sepa. Como tampoco se sabe si es descendiente del Norberto Ortega identificado con el pueblo, el auténtico representante popular.

Pero así es la política moderna.

Mucha acción en las redes sociales y nulo contacto con la gente real.

Y los diputados brillan por su ausencia de los distritos que lo eligieron.

En el XII, Hermosillo sur, la mayoría de la población ni conoce a Norberto Ortega, el agrónomo. Ni le piden gestoría. Simplemente lo ven como un tipo que supo aprovechar el momento y se montó en la poderosa ola de Andrés Manuel López Obrador, que todo inundó, que ahogó a todos los rivales políticos.

Pero la película va empezando. Los diputados que benefició AMLO tienen tiempo de recomponer la figura en esa tabla de surf de la que ya van cayendo. El vuelo ya se les acaba a estos surfistas. Ahora deben mantener el equilibrio… solitos, sin la protección del patriarca.

A ver si aprenden.