El castigo físico ni es terapéutico para el que lo produce, ni pedagógico para el que lo recibe. Se trata de un descontrol emocional personal del adulto, un desahogo momentáneo que normalmente genera a continuación malestar y sentimiento de culpa. Nadie concibe que en su trabajo, aunque sea por su bien, reciba un tortazo de su jefe al cometer algún fallo.

2019
Educar a un niño a golpes genera genera además violencia, rebeldía, temor y falta de confianza en los padres
     

Es verdad que un correctivo aislado no traumatiza, pero hay que procurar que no ocurra. Por supuesto, si en alguna ocasión se da un jalón de orejas, no hay que considerarse un maltratador, pero hay que tender a erradicar esta práctica.

El castigo físico ni es terapéutico para el que lo produce, ni pedagógico para el que lo recibe. Se trata de un descontrol emocional personal del adulto, un desahogo momentáneo que normalmente genera a continuación malestar y sentimiento de culpa. Nadie concibe que en su trabajo, aunque sea por su bien, reciba un tortazo de su jefe al cometer algún fallo.

El bofetón es desaconsejable porque, aparte de humillar al niño y dañar su autoestima, le proporciona un modelo a imitar y del que aprender. No le enseña por qué suceden las cosas ni cómo hacerlas correctamente. Este tipo de conducta genera además violencia, rebeldía, temor y falta de confianza en los padres. El niño acaba obedeciendo por miedo al castigo, pero sin comprender el motivo de la sanción en la mayoría de los casos. Y por supuesto, termina por impedir la comunicación entre padres e hijos.

Coherencia en la educación del niño
Está claro que es imprescindible firmeza para que el niño aprenda a respetarse a sí mismo y a los demás. Pero aprender a someterse, sin coherencia le puede confundir. No entiende por qué a los niños se les puede pegar y a los adultos, no; por qué él no puede chillar y los mayores sí; por qué no puede mentir y a veces, cuando a sus padres les conviene, le piden que lo haga; por qué lo que hoy le permiten hacer, mañana se lo prohíben.

Se puede llevar a cabo una disciplina positiva siendo justos y haciendo lo correcto. Es importante marcar los límites a los hijos, pero también hay que ayudarlos a crecer. Hacerles saber lo que se espera de ellos, adoptar actitudes positivas recalcando las formas correctas de actuar y no censurar continuamente los errores.

Alternativas a los "correctivos" de los padres hacia los niños
1.- Palabras que expresen con claridad nuestros sentimientos pero sin atacar al niño. Conviene usar frases cortas aunque firmes: Estoy muy enojado/a. Según las circunstancias, añada una pequeña frase acerca de sus expectativas: Espero que cuelgues el abrigo nuevo y no lo dejes tirado por el suelo. No conviene decir nada sobre el carácter del niño o de su personalidad (eres un desastre). Podemos decir cómo nos sentimos, pero sin necesidad de insistir en lo malo que es el niño.

2.- Irse. La mejor palabra de cuatro letras para cortar una pelea subida de tono. El alejarse de la escena ofrece la posibilidad de serenar el ánimo y pensar en lo que debemos decir cuando estemos otra vez con el niño.

3.- Hacer las paces cuando la tormenta ha pasado. Los padres pueden volver a mostrarse cariñosos y hacer saber a sus hijos que su enfado, por muy fuerte que parezca, es pasajero.

Virginia González. Psicóloga y maestra de Educación Infantil