Bisturí. El Ocaso del gobernador

2014
Bisturí. El Ocaso del gobernador
     

Guillermo Padrés fue un astro en 2009, pero hoy está en su ocaso. Por efecto de la rotación de la política pasó del hemisferio visible al no visible. Su altura es cero. Pasó de positivo a negativo. Llegó la noche. Es el ocaso del gobernador. Su último error fue retar al poder presidencial. Ahora experimentará en carne propia lo que vivió Eduardo Bours en la víspera de su llegada al poder, cuando tuvo de aliado a Felipe Calderón.

Cuando la anterior campaña electoral ya estaba avanzada, los propios panistas se daban por perdidos. Bours, en el peor de los escenarios al momento de la votación para la elección de gobernador, les sacaría ventaja de seis a ocho puntos. Padrés y el PAN tenían que jugársela. Fue cuando el hoy gobernador calificó al candidato presidencial priista como una amenaza, un lobo con piel de borrego y copetón. En ese ataque escribió su epitafio.

Después se presentó el factor fundamental que inclinó la balanza al candidato panista a gobernador: La tragedia de la guardería ABC. Los ánimos derrotistas se convirtieron en esperanza de voltear el escenario. Las traiciones priistas aumentaron. Querían cobrarle facturas de agravios a Bours. Sorpresivamente la lucha entre rojos y azules se emparejó. La elección se cerró. Y aquí fue cuando se presentó el tercer factor que dio la victoria a Padrés: El presidente Calderón mandó desde la Secretaría de Gobernación a unos 30 mil operadores electorales, todos ellos de aspecto militar, que realizaron una impecable labor.

En 2015, seguramente, el presidente Peña Nieto trazará el mismo plan, sea quien sea el candidato a gobernador.

Y Padrés verá aumentar, día a día, la fila de agraviados deseosos de cobrarle facturas pendientes. Su ABC fue la contaminación tóxica provocada por un ex aliado que lo ayudó a llegar a la gubernatura.

Lejos quedaron aquellos tiempos del inicio de su administración, cuando la mayoría de los sonorenses depositaron su confianza en un verdadero cambio. Cuando querían cambiar su bono democrático. Pero hay que conocer el contexto para conocer…

              El crepúsculo de los amigos

Al iniciar su gestión Guillermo Padrés tuvo dos pilares en los que descansó una titubeante pero desesperada administración por encontrar el sello del cambio: En lo político Héctor Larios y en las finanzas Alejandro López Caballero fueron piezas fundamentales para que avanzara sin dar tumbos la pesada rueda de gobierno. Con el paso del tiempo estos dos colaboradores se fueron y esa rueda de gobierno aplastó a todos los integrantes del Nuevo Sonora.

Con la salida de Larios aumentaron los conflictos con la clase política, sobre todo la priista, pese a la ayuda que recibía Padrés por parte de personajes bien identificados que mandaban en la cancha contraria.

En esta amistosa relación que tuvieron azules y rojos en un principio, en buena parte fue por la amistad que guardan Héctor Larios y Manlio Fabio Beltrones desde los tiempos en que el hoy influyente diputado federal fue gobernador de Sonora. Va una breve historia:

Hacia 1996 el entonces gobernador Manlio Fabio Beltrones comía en su restaurante preferido, el Xochimilco, con un desconocido. Nadie sabía de él. Ni parecía sonorense. Pero de entre las dudas alguien soltó la identidad del misterioso comensal que departía alegremente con el señor que todo controlaba en su gobierno: Se llama Héctor Larios. Viene de Jalisco.

Se supone que desde entonces Beltrones y Larios ya eran amigos. O que el futuro panista venía muy bien recomendado, dado sus ilustres antecedentes en la mítica organización pro panista El Yunque.

El punto es que en el sexenio beltronista nació una fuerte amistad entre estos dos políticos. Por eso se podría acuñar una frase que debió haber meditado muy bien Roberto Romero López, a quien le adjudican la salida del regordete político jalisciense: Ir contra Larios es ir contra Beltrones.

Y llegamos al segundo engranaje de la pesada rueda de poder.

Cuando las finanzas estatales estaban bajo la responsabilidad de Alejandro López Caballero todo marchaba  a la perfección para Padrés en el delicado asunto de las arcas estatales. Los temas en discusión eran la deuda heredada y gastos poco claros de la anterior administración.

Pero curiosamente al irse López Caballero para competir por la alcaldía hermosillense, el cerco se vino abajo. Uno tras otro se presentaban conflictos, ya por ineficiencia, ya por presuntos actos de corrupción. La fama negativa se extendió y hoy el sello que identifica al gobierno es el de la desconfianza y, lo más grave, el de un estado en quiebra por culpa de administradores inexpertos y voraces.

Hoy, Héctor Larios es uno de los hombres fuertes en el PAN.

López Caballero, por su parte, consolidó su gobierno municipal en la capital del estado, que concentra a casi un tercio del padrón electoral de Sonora.

El cierre de la administración padrecista ya se esperaba desde hace rato. Muchos lo veíamos venir, menos el gobernador y su equipo de amigos. Hace tiempo escribimos sobre…

Padrés y el poder

En la soledad de su despacho Guillermo Padrés debe hacer diversos análisis de por qué su gobierno no ha logrado superar la crisis. Todo gobierno se prepara con tiempo para manejar situaciones de crisis. Pero Sonora vive en crisis desde la llegada de los modernos corsarios que con su paño azul en la cabeza y un puñal entre los dientes se lanzaron al abordaje de una nave que hace agua y no tarda en hundirse. Llegaron con ansias de poder, lo ejercieron, nunca supieron manejarlo y hoy el mismo poder los está matando.

Antes, los gobernantes llegaban al poder acompañados de un añejo pensamiento: “La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer”.

Pero aquí lo nuevo nunca acabó de nacer. Y lo viejo está renaciendo. La sociedad, en su mayoría, luce decepcionada. Ya hace rato le retiró a la clase gobernante el bono ciudadano que le endosó en las pasadas elecciones para gobernador. Fueron muchos errores. Muchos actos de corrupción. Mucha soberbia y actos autoritarios que hoy mantiene en el desprestigio al Nuevo Sonora.

Hoy, Padrés podría estar recapacitando en sus errores, en la forma en que se dejó convencer para enfrentarse abiertamente a los factores de poder. Difícil, muy difícil, que en la estructura gubernamental haya alguien con el suficiente talento para reconciliarse con los factores de poder lastimados. El tiro ya debe estar cantado: Nos vemos en el 2015.

Padrés nunca fue frío, calculador, visionario y menos exigente con sus colaboradores. Él en lo personal debe estar reflexionando sobre la forma en que administra el poder, lo cual no debe ser fácil. En las pláticas que he sostenido con políticos triunfadores, siempre hay un común denominador: Todos, sin excepción, muestran un gran respeto por la administración del poder.

Padrés, todo hace suponer, fue la excepción.

Supongo que muy contadas personas habrán hablado con el gobernador sobre este tema.

Y muy seriamente, estoy seguro.

Porque el poder no da felicidad.

El poder sólo hace felices a los ignorantes, porque es la única manera de sentirse importantes.

Pero cuidado: El poder es como un explosivo: O se maneja con cuidado, o estalla.

Con todo lo sucedido, esos modernos corsarios ya deben estar lanzando el clásico grito que se escucha en una nave a pique: ¡Sálvese el que pueda!